lunes, 31 de octubre de 2011

Lex Prima


"Todo friki sumergido en un vivo experimenta un empuje hacia el combate directamente proporcional al tamaño de su arma e inversamente proporcional al número de hojas de su ficha".

Poca explicación se precisa.
 
No obstante, y dado que el río Pisuerga pasa por Valladolid, voy a aprovechar para comentar un asunto que, a veces, causa cierto desconcierto. Porque, aunque a muchos nos extrañe, hay jugadores (e incluso masters) que llegan a cuasi-identificar como una misma cosa “soft-combat” y “rol en vivo”; que viene a ser lo mismo que aquella anécdota tantas veces contada (y, por lo demás, falsa) según la cual a las olimpiadas de Atenas de 1896 acudió a participar en la competición de fútbol (el de aquí) un equipo estadounidense de “football” (el de allí). Y, contra lo que podría suponerse, se disputaron los partidos.

A ver: que no es tan difícil. ¿Hay personajes individuales, construidos con un pasado, una personalidad propia y unos miedos, esperanzas y ambiciones también individuales? Eso es rol. Que sea con yoyas o no, ya es otro asunto.

¿Hay una o más confrontaciones, singulares o de grupo, en las que unos guerreros se parten (simuladamente) la cara, sea por honor, riquezas o la victoria de su bando, pero sin personalidad e historia previa individual? Pues no es rol. Y no lo es, por muy definido o trabajado que pueda ser el historial de su posible reino, facción, campamento o como quiera llamarse el grupo en que se encuadre.

Así de simple.

Pero, entonces, ¿a qué tanta discusión sobre si el soft-combat es o deja de ser ReV? ¿Por qué éste debate no se da, por ejemplo, con los eventos recreacionistas, en los que todo el mundo suele tener claro a qué es a lo que se va? (básicamente, como Perry el ornitorrinco: es un ornitorrinco; no hace nada).

Pues me imagino que se debe, sencillamente, a que en España no hace demasiado tiempo que el soft-combat se practica de modo separado, independiente del rol en vivo. Y en su difícil nacimiento, se ha disfrazado a veces como “ReV medieval” lo que hubiera sido más sensato anunciar como “Evento de soft-combat”.

Y no pasa ná.

Que no. Que no pasa ná: que no hay nada malo, vergonzante o infravalorable en el soft-combat. Que es una actividad dignísima, divertida y (generalmente) saludable. Que no hay ninguna razón para llamarle “rol en vivo” cuando quieres decir “sexo”.

Pero sí hay buenas razones para no confundir a “la tropa”.

Claro que no todo es rojo o azul, chicha o limoná. ¿Dónde se encuadra un evento en el que los participantes reciben una ficha de dos líneas diciendo “Eres el menor de tus hermanos y has acudido a la guerra para ganarte un futuro del que te excluye la herencia paterna”? Bueno: apurando, apurando, ¿es eso un historial individual? ¿estamos ante un evento de soft-combat, ante un ReV masivo o ante un rol en vivo y punto pelota?

Si tienes dudas –es decir: si los masters no hubieran aclarado esto previamente- hay un método infalible que permitirá guiar tu criterio con conocimiento de lo que te encontrarás. Mira las reglas. Cuenta el número de líneas, o de hojas, destinadas a especificar el tamaño de las armas, los puntos de vida, las reglas especiales aplicables al combate. Y sobre todo, sobre todo, si ves que -pese a ser ése el tema alrededor del que gira el 90% de los textos- los masters te informan de que “tenemos el propósito de que haya tramas específicas para el disfrute de los personajes no-combatientes”: ¡NO TE LO CREAS! En general, te lo estarán diciendo de buena fé; estoy seguro; pero nunca, nun-ca funciona.

En cuanto a la otra parte de la ley: esto es, la referida al tamaño del arma, y aunque ha habido y hay loables intentos de racionalizar y aún unificar posturas, la verdad es que no sé qué extrañas frustraciones, o quizá la influencia del manga, o el estilo de las  miniaturas “Games Workshop” han derivado en abominaciones que al propio Cthulhu le costaría levantar con las dos manos. O tentáculos. Pero el tema de quién la tiene más gorda es siempre peligroso, así que por hoy vamos a dejarlo correr.

Benedicat vobis omnipotens Cthulhu.

Initium

Abro éstas notas en tiempos convulsos; tiempos de crisis en los que nada es ya como fuera en los días gloriosos y ya olvidados: el tiempo de los grandes ReVs y las primeras ilusiones perdidas.

Dicen que los viejos sólo valoramos el pasado. Que otros modos y otros principios rigen hoy. Quizá los antiguos usos, y cuanto de nuestros errores aprendimos, ya no tenga valor. Me resisto, no obstante, a dejarlo caer hacia el olvido. Si a alguien sirve, tome lo que guste. Si no, pase con fugaz condescendencia sobre éstas líneas.